martes, 24 de junio de 2014

Hay un no sé que en las fotografías en blanco y negro, quizá esa parte nostálgica que siempre remitirán sus matices; quizá la iluminación que atrapa alguna sensación y termina por dejarnos un momento en silencio. Seguramente ésta es la razón por la que me parece tan cautivante el trabajo de Kai Ziehl quien desde Alemania detalla con su cámara paisajes en blanco y negro delineados con una perfecta geometría.



Todo parece en calma, cada elemento ocupa su lugar, cada forma, cada línea, cada punto... una inigualable simetría que hace que todo permanezca y a la vez se difumine en la mirada. El arte de mirar, de encontrar la composición exacta, justo en el segundo preciso, eso es lo que nos ofrece Ziehl en cada imagen: una fotografía arquitectónica donde las figuras se transforman en aplastantes paisajes que encierran siempre una pequeña silueta humana perdida en la inmensidad de su obra.

La estética de sus piezas es notable en cada plano con ese pequeño detalle de movimiento otorgado por la figura humana, por ese juego de luces y sombras, por su monocromía que sí, provoca un no sé qué.



















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